domingo, 20 de abril de 2008

El rocío

Las mañanas de rocío son pocas. Hay que aprovechar la oportunidad que probablemente no se presentará en mucho tiempo. En estos casos es esencial trabajar deprisa y con mucho cuidado pues una vez sale el sol en pocos minutos el manto de rocío ha desaparecido.






Lo más usual es que opte por realizar múltiples encuadres del mismo sujeto: un encuadre cerrado para poder apreciar los detalles y varios encuadres abiertos, buscando composición.

Los encuadres cerrados son siempre más dificultosos pues obligan a cerrar el diafragma para ganar profundidad de campo y al mismo tiempo son más susceptibles de sufrir trepidación. Para superar estas dificultades el uso del flash, al menos para mi, es esencial.

El flash debe ser empleado cuidadosamente, de lo contrario se notará demasiado: estropeará los colores y eliminará el volumen. Para evitar lo primero se debe subexponer un punto o dos. La técnica consiste en colocar el flash en modo ETTL y desplazar el dial de exposición del flash hacia la izquierda en función de la aportación de luz que deseemos.

A fin de conseguir un buen volumen situaremos el flash en una posición lateral que depende del efecto que queramos conseguir. Si se dispone de un segundo flash podemos usar uno como luz principal y el segundo como luz de relleno. Sino, un reflector puede servir para rebotar parte de la luz y eliminar esas sombras duras que se podrían producir. La posición del flash debemos procurar que sea lo más cercana a nuestro sujeto. Cuando una luz está muy alejada se convierte en puntual y arroja sombras duras.

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